29 dic 2010

No sé que es lo que tienen, pero me encantan. Tener un perro en mi vida es casi tan escencial para mí como tener una cama. No entiendo bien qué es lo que los hace ser tan irresistibles para mí.
Siempre me gustó ir en contra de los gustos comunes, (de chica mi color preferido era el celeste, me gustaban los personajes secundarios de los dibujitos, no me interesaban ni las tortas ni las cosas dulces, etc..) pero debo decir que aunque lo intenté no puedo responder a la pregunta:
"¿Cuál es tu animal preferido?"
sin dejar de mencionar al perro.
Los amo, más allá de si son chiquitos, grandes, peludos, arrugados, gorditos, flacuchentos, cascarrabias o juguetones. Los amo sólo por el simple hecho de ser un perro.
Esta vez no puedo ir en contra de la opinión pública y mayoritaria, debo admitir que el perro es un animal genial y probablemente el "mejor amigo del hombre" como todos dicen.
Ellos son los que producen en mí un grave síntoma de pelotuditis aguda y me hacen hablar como una persona a la que le succionaron el cerebro con una aspiradora portátil y con una voz casi tan aguda como la de Bob esponja. No me importan los pelos, no me importa que tengan mal aliento, ni las asquerosidades que hacen ni lo brutos que son a veces. El simple hecho de su mirada proboca en mí un sentimiento de ternura, amor y obseción afectiva por ellos. Tal vez sean la mirada persuasiva con la que te miran cuando comés algo que a ellos les gusta, la forma incondicional y alegre cuando te recibe cuando llegás a tu casa y el movimiento compulsivo de su cuerpo que te muestra cuánto es que te extrañó en tu ausencia, la forma en que todo les sorprende y les parece maravilloso como el sonido de un celular o la luz de una linterna. Tal vez sea la forma placentera en la que se acuestan en el piso mostrándote su panza para que los acaricies, o tal vez los besos sorpresivos que te agarran desprevenido cuando estás tomando sol. No lo sé.
Sólo sé que los amo, gracias por tenernos tanta paciencia, perros! 
Quizás algún día aprendamos de ustedes.

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